Antes Muerta Que Lichita, la primera impresión

Una oficina tecnicolor llena de hipsters
La productora Rosy Ocampo llegó dispuesta a cubrir todos los frentes posibles para garantizar el éxito de la telenovela Antes Muerta Que Lichita.
Desde hace varias semanas hemos recibido un bombardeo de publicidad en torno a esta producción, no solo para verla en televisión sino para promover sus contenidos adicionales para internet.
El pecado de este proyecto parecía ser su parecido al clásico colombiano Yo Soy Betty la Fea (1999). Además la productora traía a cuestas el sabor agridulce de los resultados de su refrito La Fea Más Bella (2006).
El día esperado llegó y Antes Muerta Que Lichita nos dejó una buena impresión en su estreno. Aquí no hay heroína pobre ni huérfana, el mobbing o acoso laboral es la cruz de esta protagonista.
Cualquiera puede identificarse con el personaje de Lichita (Maite Perroni) y el cambio que sufrirá puede llegar a convertirse en un modelo inspiracional para todos aquellos con una vida laboral activa. El problema de Lichita no es que sea fea, sino que es invisible. Tan invisible que en su primer encuentro ¡su galán ni la vio! Toda su nobleza y su talento no llegan a explotarse al máximo por circunstancias psicológicas en torno a sus relaciones interpersonales. Ahí está lo interesante de su historia. Ella es introvertida pero con metas claras. Desde el primer capítulo ya queremos saber ¿cómo le hará Lichita para destacar en la agencia de publicidad donde trabaja? ¿Hasta dónde será capaz de llegar para ser reconocida? ¿Con qué otros obstáculos se encontrará en su camino?
El protagonista también se sale del molde de galanes clásicos. Roberto Duarte (Arath de la Torre) es un bribón encantador. Su participación en el capítulo se centró en su habilidad para colarse dentro de la empresa Icónika consiguiendo una visita guiada pretendiendo ser un reportero.
Todo el elenco estuvo lucidor pero sobresalieron Ricardo Fastlicht como el neurótico director creativo de la empresa y Luz Elena González como Chuchette, la publirrelacionista. Aunque Chuchette está a un paso de ser otra “peliteñida“ de Yo Soy Betty La Fea, su gracia y su calentura por Roberto levantaron el capítulo.
Lo que no lució para nada fue la escenografía de las oficinas de la agencia de publicidad Icónika. Los espacios están diseñados con una saturación tan exagerada de colores que a los clientes les daría pavor confiar en una empresa como esa. Las áreas decoradas con colores brillantes y fosforescentes parecen escenarios de comedia juvenil o de programa de concursos. Es simplemente demasiado.
Por último, para esta producción se habló mucho del uso de la tecnología 4K pero en una televisión HD no se nota ninguna mejoría. La cinematografía utilizada en telenovelas brasileñas recientes como Avenida Brasil y Rastros de Mentiras sigue siendo superior.
Ya arrancó Lichita, esperamos que sea una heroína de 10.
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