La sexualización de los machos en Fuego en la Sangre

Testosterona al mil

Realmente no ha existido ninguna adaptación de las telenovelas de Julio Jiménez a las que le han hecho remakes que se equipare con las originales de la pluma del maestro del melodrama colombiano.

Incluyo también a la ridícula El Cuerpo del Deseo, como si un remake de En Cuerpo Ajeno fuera una buena idea alguna vez.

En el caso específico de Las Aguas Mansas, ni Pasión de Gavilanes y mucho menos la que comentamos aquí, Fuego en la Sangre, son buenas telenovelas. Ambas están bien actuadas pero se dejan llevar demasiado por los vicios de su naturaleza televisiva, es decir, están armadas bajo un concepto chabacano y equívoco del folclor. En el caso de Fuego en la Sangre, tiene todos los vicios de su televisora, Televisa, agregando zooms, cámaras rápidas y una cantidad de recursos inútiles que producen cosquillas de la forma tan ridícula en que está realizada.

Pero hablemos de algo más importante: los hombres.

Es común que siendo el público mayormente femenino y gay, que el hombre sea objetivado por la misma obra, dramaturgia y subtexto, pasando del galán elegante de los años 70 al modelo musculoso contemporáneo.

Esa es la cosa con esta telenovela y que está mucho más ligada al concepto Telemundiano que hizo que Pasión de Gavilanes fuera un éxito: los hombres.

Y no solo los hombres en general, sino el hombre macho, musculoso, sudoroso, barbado y violento. La fantasía erótica cumplida de la ama de casa ninfómana como obligación del género dramático al que corresponde.

Es cierto que en telenovelas aún más ridículas como Sortilegio, los planos sexuales de William Levy bañándose con agua caliente no eran nada sutiles, pero en Fuego en la Sangre es más impresionante todavía la «sexualización» del macho, ligado al costumbrismo del ranchero mexicano.

Aquí los hombres cuando amasan el pan, lo amasan como si estuvieran derramando toda su hombría en la harina, o en la paja o en la leña, o durmiendo, o golpeando al villano o haciendo lo que sea.

No es casualidad que Eduardo Yáñez y Pablo Montero, dos hombres monstruosamente sexuales, no se afeiten nunca. En cuanto a testosterona se refiere, Fuego en la Sangre es, de seguro, la telenovela más pornográfica y morbosa que Televisa haya producido en años recientes.

Y eso que Eduardo Capetillo no ha salido todavía en la retransmisión por TLNovelas.

1 Comentario

  1. dv dice:

    Horrenda novela, al menos a la mitad después de todo el circazo que le metieron con el robo de la niña de Sofía que la pobre se haya convertido en LA LLORONA vagando vestida de negro en las noches jajajajajajaja, entrada y salida de personajes, yo lo estoy viendo por que el principio no lo ví y pues no está tan mal pero lo peor viene después. Lo rescatable y la razón por la que la estoy viendo DIANA BRACHO sin duda aunque no entiendo como aceptó hacer esas caras orgásmicas desde que Fernando la besó para todo las hacía y LA ZABALETA que le metió sabor cuando ya estaba de hueva con tanto relleno innecesario

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