Para Volver a Amar sigue impactando

Una exitosa retransmisión
La telenovela Para Volver a Amar escrita originalmente por Adriana Suarez y Pedro M. Rozo, adaptada por Aída Guajardo, con supervisión literaria de Berenice Cárdenas (no sé qué significa este término), Felipe Ortiz en la edición literaria y producida por Roberto Gómez Fernández y Giselle González se transmitió por Televisa en julio del 2010. Este 2016 tuvo retransmisión a las 12 del día y fue una delicia.
Significa que Televisa puede y hace cosas que valen mucho, pero mucho la pena. La calidad de esta producción fue inmejorable.
No logro entender cómo es la pusieron en horario de las 5 de la tarde en su transmisión original. Hay telenovelas que requieren de otro tiempo en pantalla, mucho más amplio, para que se capte otro público.
En los inicios de las telenovelas, historias como Ángeles de la Calle (1951), Senda Prohibida (1958), Murallas Blancas (1960), Mi Esposa Se Divorcia (1960), Divorciadas (1961) y tantas más iban por el tono realista. Sus autoras abordaban la realidad, mimética del ser humano y se llevaba a la pantalla. Sin dejar de lado el melodrama, las telenovelas de ese corte, brillaban por la manera de abordar otros argumentos que se separaban de las clásicas Simplemente María (1970), El Derecho de Nacer (1955), Estafa de Amor (1967), Corazón Salvaje (1966) y La Leona (1961), por mencionar algunas. Seguramente, si se analiza año por año, se encontraran muchas historias así. Después llegaron Mañana es Primavera (1982), Cicatrices del Alma (1986), Cuando los Hijos Se Van (1983), Marionetas (1986), Así Son Ellas (2003), Mirada de Mujer (1997), La Vida en el Espejo (1999) hasta llegar a Para Volver a Amar.
El final de esta telenovela nos demuestra que la vida de los personajes sigue y que no van a cambiar su modo de vivir, van a modificar, a ser tolerantes, pero que los caracteres serán los mismos. No había necesidad de una boda. De ninguna manera entraba aquí el “al público hay que darle un final de boda para que se vaya a dormir tranquilo”. No cabe. Mil gracias por no hacerlo.
Muy estrujante la muerte de César (Guillermo Avilán), el dolor de Rosaura (Zaide Silvia Gutiérrez) y de Jenny (Danny Perea). No hubo velorio, no hubo más de lo necesario. El personaje ya había caído por las balas y dejaba lección.
La vida de Alcides (Alex Sirvent) con Charito (Marcia Coutiño) era el inicio de otra historia que quedaría en la mente de los espectadores. La realidad del hombre homosexual que se casaba para no enfrentar a la familia y de una mujer terca y ciega que encontraba al hombre que la subiría al tren antes de que este la arrollara. Ella sabía a lo que se enfrentaba. O se ponían de acuerdo para aparentar, o su vida sería un infierno. Lo mejor es llegar a acuerdos o venga el divorcio. Pero quién sabe, esto no pasó, queda en la imaginación del público.
Y así, todas las historias se fueron cerrando.
Un elenco de primera línea empezando por la gran Magda Guzmán y su inolvidable Conchita, Rebecca Jones como Antonia, Alejandro Camacho como Braulio, Nailea Norvind como Valeria, Sophie Alexander como Maite, Zaide Silvia Gutiérrez como Rosaura, África Zavala como Yorley, Flavio Medina, Juan Carlos Barreto y su tremendo Jaime, Alberto Estrella, Alfonso Dosal, Edgar Vivar, Marcia Coutiño, Eduardo España, Agustín Arana, Alex Sirvent, Thelma Madrigal, Guillermo Avilán, Danny Perea, Jana Raluy, Pablo Valentín, Gabriela Zamora, Susana González, Adalberto Parra, Arianne Pellicer, Georgina Pedret, Arturo Barba, Justo Martínez, Mario Loria, Ricardo Fastlicht, Lisset, Mark Tacher, René Stricker y tantos más hasta terminar con Alejandra Barros y su trágica Bárbara infectada por espantosa enfermedad.
La dirigieron Eric Morales y Francisco Franco.
Aplausos y más aplausos, de pie por esta muy feliz retransmisión.