¿En qué se parecen Me Declaro Culpable y La Hija Pródiga?

Introducción
Este domingo terminó Me Declaro Culpable, historia estelarizada por Mayrín Villanueva, Juan Soler, Irina Baeva y Juan Diego Covarrubias, mientras que el antepasado culminó La Hija Pródiga protagonizada por Isabel Burr y Christian de la Campa.
Ante el sorpresivo desenlace de ambos títulos me llaman mucho la atención sus similitudes tal como lo que sucedió con Sin Tu Mirada y Tres Familias (Ver artículo aquí). Hay mucha tela de dónde cortar. ¿Fueron buenas telenovelas? ¿Se les rescató algo? O se marcharon repentinamente sin corregir nada.
La fórmula de la buena historia en la mala ejecución
En los últimos años hemos recibido una confusión telenovelera tras nuestro retroceso evidente en materia de televisión. En los años 50 las historias eran fuertes y a principios de los 60 el melodrama televisivo fue víctima de la censura.
La telenovela, género catalogado sólo para la mujer, al momento de salir de la trama de época apasionada, de la cenicienta o de una travesía romántica, podía atreverse en diversos momentos para convertirse en campaña gubernamental con las tramas de Miguel Sabido (Ven Conmigo, Vamos Juntos), en historias políticas subliminales como La Traición de Ernesto Alonso, en relatos crudo-realistas de una vida diaria como las telenovelas escritas por Eric Vonn (Cicatrices del Alma, Amor en Silencio, Mi Segunda Madre, Días Sin Luna) o las obras humanas y reveladoras de la competencia TV Azteca ya sea con Argos TV (Nada Personal, Mirada de Mujer, Demasiado Corazón, La Mujer de Mi Vida) o sin ellos (Tres Veces Sofía, El Candidato). A estas historias se les catalogaba como “diferentes” y captaban a un público más maduro que esperaba conocer de temas de actualidad y no chutarse la misma historia rosa de siempre.
En nuestra era los exponentes de la “telenovela diferente” son Argos TV, Giselle González y en ocasiones Rosy Ocampo. El ejemplo de estos productores también se quedó como inspiración para esa caprichosa metamorfosis de las empresas en que las telenovelas ahora deberían ser una especie de serienovelas.
Por esa razón vemos una variedad de temas controversiales que ya se aprovechan en las telenovelas actuales en México como la eutanasia (Me Declaro Culpable), el cáncer (Papá a Toda Madre), la homosexualidad (La Hija Pródiga), la trata de blancas (Las Malcriadas) y el acoso sexual (Caer en Tentación) entre otros muchos que se han llegado a observar en estos meses en diversos horarios. Puede ser que por ello sea muy fácil que por esta labor social, uno se confunda y catalogue a Me Declaro Culpabley a La Hija Pródiga como “telenovelas diferentes”.
¿Por qué es fácil confundirse? Porque es igual de fácil encontrar en internet comentarios de que son buenas telenovelas porque tratan diversos temas fuertes.
Mientras Me Declaro Culpable es la historia de una mujer que fue a parar a la cárcel por ejercer la eutanasia a su marido (cosa que al final ni fue cierta) y a su vez de una joven que se enamora del hombre al que atropelló, La Hija Pródiga nos relata el viacrucis de una chica con amnesia que cree encontrar a su familia después de veinte años de haber sido secuestrada.
Las premisas tal como fueron sintetizadas en el párrafo anterior se oyen escandalosas, picantes y fáciles para atraer a las masas hambrientas de “telenovelas diferentes” y si se agregan ingredientes como villanos intensos y romances, es más evidente que se concentrará un buen número de amantes del melodrama que puedan entrar a debatir. Eso es magnífico ¿Entonces qué problema hay con estas producciones? Unos terribles que van desde los guiones (no confundir las tramas planteadas con la forma de planteamiento de escena y diálogo), la dirección escénica y por ende, las actuaciones.
¡Es increíble! El planteamiento de la sinopsis de ambas historias es poderoso y cuando se ve televisado, la confusión es tremenda. Por ejemplo, uno puede ver Caer en Tentación y en efecto, hay un estratégico planteamiento de temas sociales, de un thriller policiaco dentro de una ensalada de diversas subtramas que siguen un curso, cuyas actuaciones están en un tono adecuado y no por eso deja de ser una telenovela picante, cosa contraria ocurre con Me Declaro Culpable dónde no se sabe si estás viendo un folletín de nota roja, un discurso de temas sociales, un cuento de Cachirulo o una comedia dramática y si nos vamos con La Hija Pródiga la cosa es peor aún.
En Me Declaro Culpable caen todos los clichés y por si fuera poco, la adaptación de Juan Carlos Alcalá, Rosa Salazar, Fermín Zúñiga y Graciela E. Izquierdo no tiene situaciones muy congruentes, ni diálogos tan profundos y desentonan aún más con la cuestión visual de dirección escénica. Mientras que en La Hija Pródiga el desarrollo de trama realizado por José Ignacio Valenzuela debí haber tenido una producción bastante sólida para que se entendiera con mayor detalle la historia pero se perdió el objetivo con una barata ambientación, un vestuario reprochable y unas actuaciones desentonadas.
Los elencos son llamativos. Mientras en Me Declaro Culpable esperábamos que brillaran Mayrín Villanueva, Juan Soler, Daniela Castro y Enrique Rocha, en La Hija Pródiga lo deseábamos de Alejandro Camacho, Aura Cristina Geithner, Fernando Luján y Carmen Delgado entre otros. ¡Hasta se trajeron a Diana Quijano y María Adelaida Puertas! ¡Eso no parecía tan fácil hace años! Y cómo es costumbre, la que tuvo mejor soporte literario y más garra actoral va a ser la que siempre sobreviva ante tremendas masacres de dirección escénica.
¿En quién va recaer la mala dirección escénica? En los jóvenes estelares, que si bien Irina Baeva y Juan Diego Covarrubias no estuvieron tan mal, tampoco excelentes pero si nos metemos con Pedro Moreno, la cuestión es demasiado vergonzosa. En cambio con Isabel Burr y Christian de la Campa… sin comentarios. Por supuesto, algo pasa y hay otros contemporáneos o hasta más jóvenes que les echan más ganas y demuestran lo tan equivocados que estaban los encargados del casting y los productores en meterlos de estelares, bien me refiero a trabajos decentes como los de Mikel Mateos, Saúl Hernández, Joan Kuri y Andrea Martí.
Tanto en Me Declaro Culpable y La Hija Pródiga se ven detallitos bastante cómicos como actores sufriendo con los close ups, otros pobres intentando rescatar las escenas ante las limitaciones de la dirección escénica y el clásico humor involuntario.
¿Qué onda con los villanos? Utilizo esta expresión coloquial para destacar que en sus producciones se veían tan risueños y cacle-cacle que de verdad toda la seriedad que querían transmitir se fue al caño.
Destaco que en Me Declaro Culpable, Sabine Moussier estuvo decente y hasta humana pero cuando hacía escenas con el fantasma de su hermano, encarnado por Marco Méndez, con ese intenso foco blanco que le ponían al personaje, era como para morirse de la risa. O incluso en La Hija Pródiga destacamos que Pakey Vázquez es bueno haciendo sicarios o matones pero qué risa cuando está rodeado de mujeres en una cama. ¡Nada creíbles sus escenas!
Daniela Castro se llevó la telenovela de Me Declaro Culpable y a decir verdad hasta yo amé a Roberta Monroy de Urzúa. ¡¿Por qué?! Porque sin ella la telenovela se iba a pique con sus garrafales errores. Le metieron de todo a este personaje, humor negro, maldiciones, insultos, trastornos, pasado, presente, futuro y asesinatos… la hicieron completa pero no porque sea un papel de tanta profundidad. A mí realmente hasta me parecía divertida, la catalogo más como villana cómica, pero de esas villanas cómicas que sí son impresionantes. Ante las limitaciones del guion, es innegable que Castro puso su grano de arena y con ella, tal parece que fue con la única que dieron en el blanco con el vestuario de señora de las Lomas.
Algo así me pasó con Andrea Martí en La Hija Pródiga. Pamela Montejo hasta parecía la hija perdida de Roberta Monroy (Castro). Era una tipa insoportable y mimada. La ponían hablar en acento fresa, decía querer al novio y le ponía los cuernos, no aceptaba verse opacada y ni estando en una silla de ruedas dejó de decirle en su cara a todo el mundo el desprecio que sentía. Sin ella, el triángulo amoroso de la telenovela hubiera pasado tan desapercibido como media telenovela.
En cambio, es imperdonable todo lo acartonados, mal escritos y dirigidos que estuvieron los villanos de Pedro Moreno y Ramiro Fumazoni en Me Declaro Culpable, así como Aldo Gallardo, Marcelo Buquet y Ramiro Huerta en La Hija Pródiga.
La característica más notoria que une a estas historias: fueron recortadas antes de tiempo. La Hija Pródiga por merecido bajo rating y Me Declaro Culpable por problemas detrás de bambalinas entre Angelli Nesma y Rosy Ocampo.
¡De verdad! Si no hubieran tratado temas sociales que se discuten hoy en día, no habría excusa factible para justificar los tremendos desastres de ambas telenovelas.
¿Algo se salvó?
Por supuesto no todo es tan tétrico. Me Declaro Culpable tenía una buena producción, una banda sonora increíble y trabajos interesantes como los de Lisset y Margarita Magaña. Mientras que de La Hija Pródiga gozamos unos gloriosos incidentales, una entrada preciosa y trabajos muy buenos como los de Carmen Baque y Sharis Cid.
Los desenlaces fueron larguísimos… pero acabaron en lo que tenían que acabar. Aunque el más impresionante en sí fue el de La Hija Pródiga.
Y con respecto a cómo se abordaron los temas sociales y las cuestiones de producciones la batalla la ganó por mucho Me Declaro Culpable.
¿Qué nos dejaron ambas de lección? Que si van a presentar temas sociales dentro de un melodrama deben tener un guion sólido, uno poderoso que no caiga en acartonamientos y clichés. Los personajes deben ser tratados como humanos y saber exactamente al público al que se le dirigirá. Es muy fácil hablar de inválidos y burlarse de ellos con los comentarios de los villanos (¡Ojo Sin Tú Mirada!) o hablar de infinidad de temas y noquearlos por completo ante pésimas caracterizaciones y escenarios. Si se va a hablar de algo, por lo menos que haya una decencia y moral por parte de la producción, porque como he dicho, es demasiado fácil en fechas como estas dar en televisión “gato por liebre”.
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