Un análisis de Catalina Creel – Parte 2

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Introducción

Está a muy poco de finalizar la tan esperada última versión de Cuna de Lobos y antes de opinar todo su valor de producción, deseo realizar un nuevo análisis de Catalina Creel, comparando la de 1986 con la de 2019.

En mi anterior análisis desglosaba toda la personalidad de Creel, sus motivaciones, ideología y forma de ser. Una cuestión es que nunca se supo de donde venía ella y algún antecedente del por qué era una mujer calculadora. En la versión moderna, según, nos iban a presentar “un pasado” pero ¿acaso esto fue suficiente?

La gestión de Patricio Wills si de algo se encargó, fue de limitar la creatividad de los escritores. En la Fábrica de Sueños, tal como lo mencioné, debía pegar conforme a la cultura del año presente y aunque Cuna de Lobos de 1986 es mucho más moderna que muchísimas telenovelas que se hicieron en la década, los parámetros inclusivos, sexuales y “malignos” no se hicieron esperar pero ¿Acaso los objetivos de la Catalina Creel actual se vieron afectados?

Frederick Nietzsche y las tendencias del nuevo siglo

En el análisis pasado, comentaba que Catalina Creel, encarnada por una grande como María Rubio, tenía un ideal nihilista que pasaba a convertirse en una “Súper Mujer”, formando sus propias reglas.

Sobre los conceptos de “Nihilismo” y “Súper Hombre”, encontramos que el primero es la referencia filosófica a “la muerte de Dios”, de acuerdo a las palabras de Frederick Nietzsche (1844-1900).Él concebía que esta forma del pensamiento era una total tragedia y por ende, al “matar a Dios” debía llegar un nuevo sistema que reemplazara todos esos sentidos morales y religiosos, en especial, uno que se rigiera desde el propio ser, viendo materializada la fuerza y forma de todas las acciones con unos valores y reglas propios.

El “Súper Hombre” o “Übermensch”, será el individuo que maneje las reglas del juego. Es su amor al “sin sentido”, la vida y el mundo, a lo que aferrará sus ideas por darles un espacio reconocido, jamás podrá amar a nadie, ni podrá ser amado, solamente venerado.

En Cuna de Lobos de 1986, el capítulo uno inicia mostrándonos a una mujer elegante, aparentemente tuerta, cuya obra y saña se veía en diversos parches de colores. Ella se encarga de aniquilar a su marido, el cual, sabía un secreto muy peculiar y lo escondió en una burla, “la joya de un ojo”, clara referencia a que Catalina sí poseía sus dos ojos.

En una buena cantidad de capítulos, la vemos como una mujer poco religiosa a diferencia de Vilma, interpretada por Rebecca Jones, por ende entendemos que Alejandro (Alejandro Camacho) estaba dividido entre dos opiniones distintas, una alejada de estereotipos morales y bíblicos, más una que tenía el anhelo de un hijo y para ello iba constantemente a un orfanato comandado por una monja (Lourdes Villareal).

Las dos visiones son evidentemente contrastantes. A Catalina no se le ve en la iglesia, ni rezando, sólo movilizándose en un imperio, la empresa farmacéutica “Lar-Creel”, la cual construyó a lado de Carlos (Raúl Meraz). Para ella este era su mundo y debía ser para su sucesor, Alejandro.

Catalina nos da a entender que no es religiosa, probablemente sea atea. Ella sólo ve un solo objetivo, que su único hijo sea el gran heredero de todo. Ahí entendemos una transición del nihilismo clásico a un objetivo fundamental, que en su propio egoísmo, pueda ver sus sueños realizados a través de Alejandro, guiándolo con un sistema de valores retorcido y difícil de entender.

Al momento de ser descubierta su falsa discapacidad, en ella crece esa manía de aceptar la “Voluntad de Poder”, por lo que nadie debía obstaculizar ningún objetivo y el mejor método que encontró fue eliminarlos. Ella no era una vulgar asesina, mató a Carlos con un propósito y no lo volvió a hacer, hasta que más gente se dio cuenta de su secreto.

Asesinato tras asesinato, Catalina imponía su voluntad, sus deseos, su forma de ver materializado el sueño que su pupilo gobernara “Lar-Creel”. Ella es la “Reina de la Manada”, lo convence de aceptar el sistema retorcido, lo está guiando a su camino, mientras que a Vilma, la cual, era religiosa, la golpea en lo más bajo de su esterilidad para dominarla y convertirlos a los dos en lobos.

Alejandro era su deseo y Vilma un instrumento, por ello, una “cuna de lobos”, será aquella que en la que custodien a un infante de otra manada rival, la cual, era compuesta por Leonora (Diana Bracho), José Carlos (Gonzalo Vega) y finalmente Bertha (Rosa María Bianchi).

Catalina no siente empatía por nadie más que Alejandro, no se arrepiente de nada y deja en claro que lo volvería hacer. Nietzsche especificaba una idea en que el mundo era destruido y se volvía a reconstruir para empezar de cero y volver a vivir todo nuevamente. No dudo que la señora Creel simpatizara con la idea y tener millones de oportunidades para que su “vástago” se quedara con la herencia, objetivo que se ve truncado cuando lo mata accidentalmente y su razón de ser se elimina, por ende, ya no debe vivir, porque su función como “Übermensch” ha terminado, debe ser reemplazado por otro, quizá el ideal de José Carlos o “la reencarnación”, el “Pequeño Edgar”.

Carlos Téllez y Carlos Olmos se divertían esquematizando la historia y el segundo empleaba unos diálogos admirables con un refuerce total de humor negro con total elegancia. Catalina Creel por ende era simpática, divertida, además de macabra pero ni hablar de su estricta y robótica “rectitud”, no toleraba engaños, corrupción ni sentimientos “vagos” como el amor, la fraternidad o la pasión, ella sólo trabajaba para su objetivo.

¿Qué pasa con la Catalina Creel de Paz Vega? Que los creadores de la nueva Cuna de Lobos, empezando desde Patricio Wills, no entendieron nada de lo que era el concepto original. Está bien, cambien la historia pero al menos tomen la base central de lo que era la trama porque de ahí podrían desprender todo tipo de enredos para que funcionara, porque la historia de Carlos Olmos estaba perfectamente delineada para evitar el fracaso.

Después comentaré lo que me ha parecido el trabajo de Giselle González como productora, me enfocaré en sus escritores, Lily Ann Martin y Claudio Lacelli, con todas sus letras lo voy a decir…: Señores, ¡su trabajo es de los más mediocres que he visto en mi vida!

A las cabezas de Fábrica de Sueños, se les hizo fácil tomar telenovelas para volverlas series sin ningún entendimiento. Platicaba en el artículo de La Usurpadora que se dejó de lado esa enseñanza en sus valores humanos para dar un espectáculo de balas, pese a todo seguía la base principal: una suplantación, aquí en Cuna de Lobos sucede todo lo contrario.

Se trajeron de Argentina a Lily Ann Martin, que es una escritora buena pero muchas veces cae en lo exagerado y el circo, mientras que Claudio Lacelli, estuvo involucrado en porquerías como Verano de Amor (2009) y Me Declaro Culpable (2017). Ambos no comprenden el mercado mexicano, les cuesta trabajo y mucho menos entenderán el alma de un producto mexicano. No los discrimino, cada autor merece que se les den oportunidades, sin embargo, es jugar con fuego traer a dos trabajadores a campo desconocido.

Lo convencional de acuerdo a Patricio Wills, son villanas “empoderadas”, con demasiada libertad sexual, corruptas y hasta narcotraficantes y sí, hay personajes que pueden encajar correctamente en este concepto como Eva Carvajal (Claudia Martín) de Amar a Muerte pero es muy diferente traer a una Catalina Creel cercana al pensamiento Nietzscheano a un modelo como este, además de humanizarla porque ahora todos los criminales deben tener esa parte en las historias.

Tenían una gran oportunidad sus escritores y el mismo Patricio Wills y la dejaron ir. La nueva versión está contada en la perspectiva de Catalina Creel y no de Leonora, podrían haberle sacado más jugo pero el resultado es diametralmente opuesto. Las dos Catalinas son tan inmensamente contrarias que serían enemigas.

A la Catalina Creel de Paz Vega, la vemos sonriendo, preocupándose, destellando y siendo vanidosa en el primer capítulo y después asesina al marido porque alguien le dice que el hijo al que crío como suyo no lo es. No hay misterios de ojos, todo es un enredo clichético y para no arrebatarle la oportunidad de dirigir el imperio de joyas de la familia al “vástago”, lo asesina pero no sólo eso… se da el lujo de ¡proteger al amante!

Entre los diálogos presenciamos algo muy bochornoso como “él me hace el amor como tú nunca has podido”. Esta Catalina Creel… ¡Ama! No a ella misma porque es algo codependiente y no a su hijo, sino a un externo. En sus intereses personales se agrega una persona más.

Pese a avances tecnológicos como la fecundación in vitro, Catalina no permite que su hijo tenga una relación con otro hombre, Miguel (José Pablo Minor), el cual y apenas toca relevancia en la trama, no es religioso, no es moral ni mucho menos tiene un sentido paternal como el amor de madre de Vilma de la versión de 1986, por ende, Alejandro ve dos perspectivas igual de erróneas y hasta desorientadas por parte de la madre y la pareja.

En la nueva versión, Catalina no guía a Alejandro como una maestra o “semiprofeta”, al contrario, lo usa para envolverse con una mujer y quitarle al hijo. Se vuelve el un instrumento y no la razón de ser de la matriarca, tal parece que su razón de ser es un amor enfermizo y codependiente por su amante, hermano de su difunto marido.

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¡No es una serie de misterio, es una telenovela predecible y llena de clichés! No hay nihilismo. De Übermensch la nueva Catalina no tiene nada, ya que ella no piensa para sí misma. A fuerza a su amante lo mete en todo. Es indecisa y poco calculadora tomando decisiones. ¡Actúa más como una adolescente maniaca!

No hay justificación filosófica para su forma de ser y mucho menos en su pasado. Se supone que nos la iban a justificar, a ser más humana a comprenderla por lo que pasó y lo único que nos enseñan es, verla montada en el amante, el hijastro la ve, lo persigue y este merecidamente le entierra una vara en el ojo. ¡Muy justificada no está y ya poseía mucha mala entraña sin explicación!

Sabía que tanto cambio a la trama desviaría el objetivo de Catalina Creel, más no pensé que en su totalidad. Aquí aparte le vale la integridad de su imperio porque permite corrupción en él con un tráfico de diamantes. ¡Sólo le falta meterse drogas!

Para colmo incluyeron una fanservicera y muy innecesaria trama de bisexualidad con su ama de llaves.

¡Francamente asqueroso! El trabajo que se hizo con la nueva Catalina Creel no se da a interpretaciones profundas o análisis extensos, es la villana de cualquier telenovela que te pudieras encontrar. Por algo vemos que la primera Catalina fue la antagonista que paralizó a México y la segunda es una villana que satisface necesidades de un público que va en descenso. ¡Lamentable!

Disfruta aquí la primera parte de este análisis

1 Comentario

  1. Alex dice:

    Giselle debería regresar con Aida Guajardo, ella habría escrito una excelente adaptación de Cuna de lobos como hizo con Yo no creo en los hombres, y aunque Paz Vega no lo hace mal, viendo a Azela Robinson como Gélica no puedo evitar pensar que habría sido una Catalina Creel perfecta.

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