El regreso del dominio Otomano

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El origen

El Imperio Otomano, también conocido como Turco Otomano abarcó 600 años dominando Bulgaria, Egipto, Grecia, Hungría, Jordania, Líbano, Israel, lo que hoy es Palestina, Macedonia, Rumania, Siria, partes de Arabia y la costa norte de África. En su apogeo llegó incluso a abarcar Viena al norte, el golfo Pérsico al este, Argelia en el oeste y Yemen al sur. Poco a poco fue perdiendo poder, pero duró hasta el año 1928.

A raíz de la exportación a Chile de la telenovela Las Mil y Una Noches (Binbir Gece, 2006), Turquía llegó a Sudamérica en el 2014. De esta forma sus contenidos iniciaron la conquista de nuevos territorios. Chile fue el primer país hispanoparlante en emitir la telenovela en 2014 para volverla a pasar a finales del 2019. Luego se transmitió en Argentina, Uruguay y Perú (2015). Su éxito fue tal que los armenios hicieran campaña en Argentina y Uruguay para que los canales ElTrece (argentino) y Canal 10 (uruguayo) suspendieran su transmisión. El motivo: evitar que sus espacios hicieran propaganda a favor de los turcos.

Desde entonces, se podría decir que el Imperio Otomano regresó, está de vuelta. Sí, de vuelta y expandiéndose cada vez más no solo por toda América Latina sino también por Asia Central, así como por Europa, recuperando territorios.

Para muestra basta un botón

¿Qué Culpa Tiene Fatmagül? (Fatmagül’ün Suçu Ne?, 2010) arranca su jornada de conquista en el 2012 siendo la más vista en Kosovo, país en los Balcanes occidentales. En el 2013 se convierte en la telenovela más popular en el territorio árabe. La gente tomaba tours para ir a Estambul a conocer los lugares donde se había grabado la serie, sobre todo el restaurante de Fatmagül.

En el 2014 llega a Chile arrasando a su paso, así como lo hace también en Perú. En México se transmite en el 2015 a través de TV Azteca, superando los récords de ese momento en el canal. De haber pasado por el otrora Canal 2 (hoy Las Estrellas) seguramente hubiera superado los 24 puntos de rating o más. En Uruguay también causó estragos ese mismo año.

En el 2016, en Puerto Rico la pasaban al mismo tiempo el canal de Telemundo y WAPA. Este último se le adelantó exprofeso a Telemundo consiguiendo un share arriba del 40% (Nielsen). En España, durante el 2018, a través del canal Nova de Atresplayer, también batió récords siendo la serie más vista en todo el país.

Fatmagül fue de las primeras telenovelas turcas que se vendieron a más de cien países, siendo también un éxito en Afganistán, y una de las telenovelas más populares en Pakistán. Se dice además que, gracias a la telenovela, en Turquía aumentó la cantidad de denuncias por violación a las mujeres.
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Otros triunfos

En España, Atresplayer Premium, vía su canal Nova, así como el canal Divinity, han presentado también con gran éxito: Las Mil y Una Noches, Hercai (2017), Fatmagül, Fugitiva (Sen Anlat Karadeniz, 2018, Mar Negro en México), Elif (2014, hay versión indonesia), Sila (2006), Marea (Medcezir, 2014) y mejor le paro. Bueno, no, ¡Madre! (Anne, 2016) está rompiendo récords, aun siendo una adaptación de un drama japonés, oh sí, japonés.

De Sila les puedo decir que cuando pasó en México mi madre me hacía ponérsela en el celular si estábamos fuera de casa.

Amor Prohibido (Aşk-ı Memnu, 2008 y adaptación de una novela turca de 1899) fue un exitazo en Puerto Rico. En la misma Turquía, el parlamento en Ankara se paralizó para ver el final con un 73.7% de share. En Pakistán la vieron más de 90 millones de personas. Telemundo hizo su propia versión en 2012, Pasión Prohibida con la fallecida Mónica Spear y Jencarlos Canela. Rumania hizo también su adaptación.

En Asia se dice que 3 de cada 4 árabes dicen haber visto una serie turca. Curiosamente en Estados Unidos, aún si hay éxitos como Todo Por Mi Hija (Kızım, 2018, Mi Niña Linda en México) con un promedio de 1.3 millones de personas diarias según Nielsen, las novelas turcas han funcionado a medias. Fatmagül ni siquiera en su repetición pasó de los trescientos mil y pico de espectadores, cuatrocientos y algo en su capítulo final. La actual, Pájaro Soñador (Erkenci Kuş, 2018) no termina de arrancar.
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2020

En este momento, Woman (Kadın, 2017, Fuerza de Mujer en México) y La Hija del Embajador (Sefirin Kızı, 2019) son los nuevos grandes éxitos. Woman es la serie más vista en España, la segunda en Argentina si dejamos fuera de la cuenta a Masterchef. La Hija del Embajador se acaba de vender a Univisión durante el evento de MIP Cancún.

En su menú, Netflix tiene infinidad de series turcas que en realidad son telenovelas, teleseries y series en el sentido estricto de la palabra (por cierto, si quiere ver lo que pudo/debió ser Imperio de Mentiras (2020) les recomendamos ver el original, Kara Para Aşk (Amor y Dinero; Dinero Sucio y Amor, 2014). Ésta última se vendió a más de 107 países.

Teleseries

En cuanto a teleseries, la primera en venderse en Alemania (aliado otomano en la Primera Guerra Mundial) es Çukur, una joya tipo El Padrino estrenada en el 2017 y que está actualmente transmitiendo su cuarta temporada en Turquía y en YouTube.

De hecho, los dos primeros episodios de Çukur son el El Padrino II tal cual -la escena en donde quieren matar a don Corleone (Marlon Brando) y el hijo lo esconde en el hospital es casi idéntica a la de Yamac (Aras Bulut İynemli) escondiendo a Idris (Ercan Kesal), su padre, también para evitar que lo maten en un hospital.

Yamac, al igual que el personaje de Al Pacino, es el chico bueno que nunca quiso ser parte de la mafia, que sí estudió, que era independiente y casado con una mujer que no era ni del barrio ni de la mafia ni de nada. Hombre bueno que ahora… okay, cero spoilers. La teleserie se baja de YouTube subtitulada en español y en inglés. Les puedo decir que la mejor versión es la de Free Latam. No hablo turco, pero los hashtags adicionales del traductor son geniales con humor negro.

Y ¿por qué hacemos la distinción de teleserie a serie (telenovela)? Porque las teleseries turcas duran más de dos horas, las series (telenovelas) normales duran 75 minutos en promedio, si bien ambas pasan una vez a la semana. Las teleseries son más bien historias de hombres, las series casi todos sus protagonistas son mujeres.
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La nueva conquista

Con sus contenidos, Turquía ya ha reconquistado los territorios otomanos en los Balcanes, el Cáucaso y Asia Central. Al mismo tiempo ha invadido nuevos como el continente americano casi en su totalidad.

Pero concentrémonos, ¿cómo es que los turcos nos han arrebatado a mexicanos y argentinos nuestros otrora territorios sobre todo en el campo de las telenovelas? Sencillo: contando buenas historias, con una estructura clásica impecable, pero actualizada en cuanto a temas, situaciones, conflictos y personajes, y, sobre todo, en algo que hoy día buscan capitalizar todas las plataformas como Netflix, Amazon y Viacom: lo local que se vuelve universal, y, por tanto, global. Conflictos universales, sin mezclas ambiguas de géneros que no terminan de cuajar, con valores, con la familia siempre al centro, sin escenas escandalosas o morbosas -aún si destazan a alguien.

Y cuando los turcos adaptan, lo hacen a su cultura, a sus locaciones, a su sentir, pero respetando la historia original, algo que muchos no hacen. Ellos entienden que si tienes algo que vale la pena no tienes por qué destrozarlo bajo la bandera de hacer una versión original.

Perdón que lo diga, pero hay veces que esas versiones tan originales deberían ser vistas como eso, como originales porque lo son. Parten de una idea para hacer otra historia. Las ideas pululan todo el tiempo. Cómo capitalizarlas, cómo contarlas, eso es lo que hace la diferencia.

Recordemos que, por ejemplo, el socialismo surgió en el siglo XIX casi al mismo tiempo en distintos países. No había Internet, ni teléfono, ni televisión, radio, nada como no fuera un correo errático al que le tomaba meses llevar una carta, y, sin embargo, esas ideas ¡se parecían!

Hoy diríamos que eran “versiones libres” las unas de las otras. El hecho es que el alumno, si es que los turcos lo han sido, ha superado a quienes fueron los maestros. Y, los maestros, a falta de cursos, recursos, ejecutivos y escritores, y sobre todo, a falta de interés en actualizarse tanto en formato y contenidos como en medios de transmisión, se han quedado atrás como muchos de nuestros padres que solo usan el celular para hacer llamadas – si acaso algunos, tras muchos esfuerzos, usan el WhatsApp. Como dirían los estadounidenses, “shame on us”.

Tampoco ayuda que en los grupos de escritores liderados por autores de gran trayectoria se olviden de incluir a jóvenes GenZ y a Millennials. Ojo, lo mismo se puede decir en viceversa: la tendencia a creer que alguien mayor a 35 años y sobre todo de más de 45 nada tiene que aportar porque según esto no entienden a los jóvenes ni las nuevas tendencias -error craso. El talento, la creatividad y la imaginación carecen de edad, y existe ese dicho según el cual un escritor, con el tiempo, solo puede ser un mejor escritor o el mismo.

La cultura

Y usted dirá, ¿será que parte de su éxito es porque compartimos una misma cultura? Pues… digamos que existen, según los estudiosos de la cultura, expresiones faciales, emociones básicas, el lenguaje y la religión, gestos, valores y principios que todos los humanos compartimos, incluidas ciertas reglas. Un gesto casi universal es el movimiento de cabeza para decir, “no” y “sí”.

Desde un punto religioso, y dicho con todo respeto, la mayoría de las religiones de mayor influencia en el mundo parten de los cinco primeros libros que componen la Biblia cristiana, para luego adoptar/interpretar su contenido desde distintas perspectivas, tienen otros profetas y un Dios universal con distintos nombres.

En Turquía existe el machismo, el matriarcado -aunque el matriarcado turco se expresa tras bambalinas porque quien domina es el patriarcado sobre todo en las teleseries. La madre es la fuente de amor incondicional -con sus honrosas excepciones como siempre.

Otro punto de similitud, que es un tema recurrente en la novelas latinoamericanas, es el de la superación de la mujer, aunque muchas de las protagonistas turcas son desde el inicio mujeres empoderadas.

En Sila y en Kara Para Aşk las protagonistas no son gente del barrio, ni mujeres sumisas, sin dinero, sin educaciones, sino empresarias, emprendedoras, con ambiciones, con una carrera y demás. La villana de Kara Para Aşk , Nedret (Işıl Yücesoy), tía de Elif (Tuba Büyüküstün), es una matrona que rige sobre toda una región muy tradicional de Turquía en donde su voz es ley y todavía peor que el tío Tayyar (Erkan Can). Con todo, todavía no hay quien supere a nuestra Catalina Creel en Cuna de Lobos (1986).

Y al igual que en muchas de nuestras telenovelas, en las mujeres siempre hay una evolución. Las protagonistas turcas que salen de provincia, siempre respetando sus valores tradicionales y costumbres, presentan características que las diferencian de las tradicionales “Marías” y Cenicientas latinas.

Retomando Fatmagül (Beren Saat), ella es una mujer de provincia que, al inicio, solo aspira a casarse con el amor de su vida, a fundar una familia y a servirle al marido hasta que la violan y todo cambia. En su necesidad por elevar su autoestima, en definir y defender su identidad propia, Fatmagül llega a convertirse en la verdadera dueña y arquitecta de su propio destino, uno en el cual Kerim (Engin Akyürek) es su cómplice y no quien la mantiene, ni alguien de quien ella dependa, mucho menos es él alguien que pueda o pretenda controlarla. A su manera, Kerim es un hombre liberal, con ideas modernas sobre la mujer a quien ve como su igual, eso sí dándose varias veces de topes con el machismo suyo y el cultural. Lo mismo sucede con Yamac en Çukur.

En el caso de las teleseries, en general, los protagonistas son varones sensibles, que saben responder por sus actos y sus sentimientos y lo hacen. Son generosos, aman, ponen a la familia por encima de todo, y, pese a ser unos delincuentes de muy alta monta, son humanos y aman hasta morir, con lo cual requieren de mujeres tolerantes y de amplio criterio. Un tipo de mujer que difícilmente veremos y aprobaríamos en el contexto latinoamericano de la televisión abierta local, salvo, de nuevo, en las teleseries de Telemundo y en las series de narcos que tanto éxito han tenido y siguen teniendo en Netflix.
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Personajes y detalles

Existen dos cosas fundamentales en el éxito de sus historias, además de su forma de contarlas, son: sus personajes y el énfasis que hacen en los detalles, como en su momento lo hiciera Valentín Pimstein en sus mejores telenovelas o los venezolanos en sus telenovelas de los años 70 –aquellas de “Lupita Ferrer y José Bardina en…”.

Los turcos son personajes tridimensionales, que sientes que los conoces, que son tus vecinos, tus familiares, tus hermanos, tú mismo -algo que está logrando en México la telenovela Vencer el Desamor (2020). Sobre todo, en el caso de los hombres, los varones son sensibles, no les avergüenza llorar, pedir perdón, abrazarse entre ellos, bailar y besarse sin que eso se preste a que sus intenciones y sentimientos sean mal interpretados.

En lo que se refiere al énfasis en los detalles, demos un ejemplo: ver en manos de Fatmagül brillar el anillo de matrimonio que ha rechazado unos minutos antes, para verla finalmente ponérselo (y sí, puede que unos segundos menos de exposición sería mejor, pero…). El pretexto para ponérselo es que la sepan casada para que no le falten al respeto. El énfasis, el brillo del anillo en su dedo, es para que la audiencia sepa/sienta que Fatmagül ya empieza a sentir y/o hacerse a la idea de que Kerim no solo es su presente, sino que será su futuro por muy imposible que esto parezca. El de ellos sí que pareciera un amor imposible.

En Çukur, son los muchos segundos que dedican a ver las reacciones de sus personajes, segundos que nos permiten saber qué sienten, y entender qué está punto de desatarse la de San Quintín, la bola, el caos, el inicio de sus venganzas. Las miradas son fundamentales algo que hoy, a muchos directores se les olvida usarlas, explotarlas, como lo es enfatizar en el uso de las manos (un acierto más en Vencer El Desamor).
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Locaciones, cultura, ¡actores!

Cada novela es una venta exquisita de las bondades del territorio turco, estando a la cabeza la bellísima ciudad de Estambul, pero también sus desiertos como en Sila, sus puertos – el final de Kara Para Aşk -, la travesía de Madre, etc. Una tendencia que Televisa empezó a implementar cuando las novelas comenzaron a “desplazarse” más para suceder en el interior del país y no la ciudad.

En todas las novelas turcas aprendemos algo de su cultura, vemos cómo celebran a sus muertos, cómo son sus entierros, sus bodas, sus leyes -avanzadas para muchos países sobre todo en el tema de la defensa y protección de la mujer. Aun así su cultura se rige por los valores religiosos en donde persiste la idea de que una mujer sin un hombre tiene poco valor. En todo caso, es obligación de la mujer educar a éste, al varón. Y no olvidemos la comida, algo en lo que coincidimos mexicanos y argentinos, porque lo que es comer… yummie.

Ah, y en estas sociedades la complicidad prevalece siempre porque la amistad y la familia (una que puede ser incluso todo el pueblo o todo el barrio, como en Çukur) lo son todo aun si alguno de ellos te traiciona.

Y si bien en varias hay sobreactuaciones, como en La Señora Fazilet y Sus Hijas (Fazilet Hanım ve Kızları, 2017) o El Protector (Hakan: Muhafız, 2018, Netflix), es poco común ver una mala actuación. La mayoría de los televidentes ignoramos quiénes son los actores, si son famosos o no, lo que sí sabemos es que son perfectos para el personaje, que, como la mayoría de nosotros, no son perfectos físicamente, que sí sudan, que sí se lastiman y muestran sus cicatrices con orgullo o con vergüenza. A veces puedes “oler” los días que llevan sin bañarse.

Hay también escenas memorables en donde predomina lo visual como también existen duelos de diálogos maravillosos -las conversaciones entre Kerim y Fatmagül, los de Sila, los de Yamac con Cumali (Necip Memili) o con Vartolu/Sali (Erkan Kolçak Köstendil).

México también ha tenido sus momentos de gloria en cuanto a diálogos, uff, un sinfín entre Catalina Creel y sus nueras en Cuna de Lobos, en Yo No Creo en Los Hombres (2014), en Vivir un Poco (1985, Angélica Aragón jugando al gato y al ratón con Rogelio Guerra), en Nada Personal (1996), y, recientemente, en la escena de la reconciliación entre las medias hermanas –Daniela Romo y Claudia Ríos– en Vencer el Desamor. El problema es que cada vez son más escasos.

Un tema en contra en las novelas turcas es el doblaje, un mal necesario ya que las brasileñas y las coreanas sufren de lo mismo. Hace poco un alto ejecutivo indio me preguntaba cuál era la empresa de mejor doblaje para sus series y telenovelas. Me enviaron tres opciones y, qué le digo, en una el acento ruso de los actores era… Los personajes no eran rusos y ese era un problema, eso sí, buena traducción que ni qué. En otra, la sintaxis… Y, la tercera, me quedaba claro que es la que se usa regularmente para América Latina, y la más cercana a un español neutro, pero… termina uno por ser bastante
tolerante ante la buena historia.

El caso es que el Imperio Otomano está de regreso y cada vez adquiere más poder y más influencia, más territorio. Lo que va a ser interesante es ver, dentro de unos años y mirando hacia atrás, si, como sucedía antes con nuestras novelas, la cultura turca penetra las nuestras. Usted ¿qué cree?

Long Live the Sultan!! Renovarse o morir.
estrellas turcas

3 Comentarios

  1. hector dice:

    ¿Y por qué no comentaste la de El Sultán?

  2. dice:

    Que raro que en este articulo no se mencionen EL SULTAN y DIRILIS ERTUGRUL… sin restarle méritos a las series que si son mencionadas, tanto EL SULTAN y DIRILIS ERTUGRUL son las mejores series en todos los aspectos, empezando por la producción que es Espectacular hasta el nivel de sus actores… ya Hollywood les queda chiquito a los turcos!

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