K-dramas… Corea a la conquista de América Latina y el mundo

¿Quién dice que la telenovela no es cultura?
Hay muchas maneras de adquirir poder sobre los otros. La más efectiva es influenciando a los demás, logrando, poco a poco y sutilmente, que ellos piensen y perciban al mundo como tú. En la medida en que lo logras, comienzas a ejercer poder sobre ellos, y si además consigues que tus valores se vuelvan los suyos, ¡bingo! Has hecho un HALLYU, ¡una conquista a la coreana!
Hallyu: la telenovela y la música como armas de conquista
La llamada ola coreana, “Hallyu”, es a una estrategia pagada con dinero privado y del gobierno para promover en el extranjero, entre otros productos de cultura popular, sus dramas televisivos (K-dramas alias telenovelas), películas, canciones pop (K-pop) y a sus celebridades (idols) con bastante éxito sobre todo en América Latina y Asia del Este.
Según un estudio realizado por Liz Andrea Zarco (“Difusión de Dramas Coreanos, un Análisis de su Éxodo a América Latina y Colombia”), en el ámbito del entretenimiento iniciaron en 1997 con What Is Love (1996-97) en China a través del canal de CCTV, batiendo récords en Pekín. Seguirían con Jealous (1992) a través de MBC-T y con Stars in My Heart (1992) cuyo éxito se extendió a Taiwán. Para los años 2000 ya también estaban en Tokio (el primer éxito fue Winter –Sonata de Invierno-, 2003), en Hollywood, Hong Kong, Taiwán, Singapur, Vietnam e Indonesia (en México, de hecho, desde 1990).
El apoyo gubernamental: trabajando en lo obscurito
El gobierno de Corea del Sur inició su labor de conquista cultural apoyando a esta industria a través de la Oficina de la Industria Cultura en el Ministerio de Cultura y Deporte en 1994. Y ¡cómo no hacerlo si en el 2001 los ingresos por ventas de estos contenidos fueron el 64.3% del total exportado, y, para el 2003, pasaron de $88.4 millones de dólares a $22.2 mil millones! (información del Ministerio de Cultura, Deporte y Turismo de Corea del Sur). Agreguemos a eso que, para el 2004, el 64% de los turistas que venían al país eran motivados por la ola coreana, Hallyu (Iadevito y Bavoleo, “Telenovelas Coreanas en América Latina, una aproximación desde los estudios culturales”, Revista Mundo Asia Pacífico, 2015/06).
Paralelamente, se le dio auge a la industria musical. En el 2020 era usual ver en las pantallas de difusión de toda la red del metro de la Ciudad de México a los más famosos grupos musicales coreanos. A esta música coreana juvenil se le conoce como K-pop y sus intérpretes son varias boy bands.
Si el gobierno coreano paga por impulsar el Hallyu no es solo por el retorno económico que le dejan tanto los K-dramas como el K-pop sino, sobre todo, porque estas telenovelas y la música les han permitido ejercer, poco a poco, y más en Asia del Este, un cada vez mayor poder cultural sobre la gente. Es tal la capacidad de atracción que tienen sus productos que logran promocionar sus valores nacionales como los valores a seguir por en el mundo, muy al estilo de como lo han hecho los Estados Unidos.
La inmigración coreana a Latinoamérica: una invasión silenciosa
El ingreso de este contenido cultural en Latinoamérica se hizo de inicio a través de las embajadas. Chile, Venezuela, Panamá, El Salvador, Ecuador, Costa Rica y Paraguay fueron los primeros en recibirlo. Más adelante se unirían las embajadas en Perú, Argentina y México. En estos últimos tres países, su éxito se fue dando, en parte, de la mano con la inmigración coreana a estos países, aumentando así tanto la cantidad de coreanos de nacimiento como de sus hijos ya nacidos en territorio latino, los coreanos étnicos.
En lo personal, puedo compartirles que si algo me empezó a llamar la atención hace unos cinco o cuatro años era ir al Costco en la Ciudad de México, y, de pronto, sentirme en Corea porque había más coreanos que mexicanos comprando. En Los Ángeles esto era algo común, como lo era también tener que atravesar, manejando, Korea Town desde inicios de los 2000.
Según Zarco, la migración coreana a México empezó en 1905, aunque su presencia era mínima hasta hace 5 años. En los años 60, los coreanos llegan a Brasil y Paraguay sin tener mayor impacto, y, en los 70, entraron masivamente a Argentina. En Brasil solo podían ingresar si tenían un título universitario o técnico, o un contrato de trabajo. Perú empezó a recibir migrantes, pero provenientes de Bolivia, Chile, Argentina o Paraguay.
Los acuerdos televisivos: la entrada a los medios de difusión
En 2004, el Sistema de Radiodifusión de Corea (KBS) cierra un acuerdo con Televisión Nacional de Chile (TVN) para hacer un intercambio de producciones. Con México y Colombia se hace una negociación en el 2013 que, sin embargo, entra en vigor hasta el 2017.
México se vuelve entonces el punto principal para promover sus telenovelas (K-dramas) a partir del 2002, empezando con Una Estrella en Mi Corazón, a través del canal 34 Televisión Mexiquense, propiedad del Estado de México. Le siguieron Todo sobre Eva, ambas en el 2002, luego Sonata de Invierno y Escalera al Cielo (2005) y La Joya en el Palacio (2006). Todas fueron exitazos.
La estrategia coreana fue comercializar, sobre todo en sus inicios, ofreciendo sus contenidos casi de manera gratuita en provincia y no en la Ciudad de México, a través de las teledifusoras sobre todo estatales y sin recursos para comprar otro tipo de contenido. La Fundación Corea pagó por el dubbing (el doblaje) y por su distribución local, sobre todo a través de la Red De Radiodifusoras y Televisoras Educativas y Culturales de México A.C. (RED México) que agrupa a 50 sistemas de radio y de servicio público y permisionados a gobiernos estatales e instituciones educativas, y que cuenta con aproximadamente 25 millones de audiencia. Incluye a 30 de los 32 estados mexicanos, excluyendo solo a Baja California Norte y a Tamaulipas.
Hoy, KBS tiene su filial, KBS Word Latino, un canal que es transmitido por operadores de cable en 8 países latinoamericanos, con contenido traducido al español de K-dramas y shows musicales (K-pop). Existe incluso una aplicación para tablet que permite verlo.
Parte de su difusión se debe a que, por ejemplo, en el caso de Puerto Rico, su televisora pública pagó, en el 2006, un dólar por cada episodio de Escalera al Cielo a diferencia de lo que hubieran tenido que pagar por un capítulo de una telenovela mexicana (entre 5 y 12,000 dólares). Algo similar pasó en Colombia y Ecuador.
Los países en donde más se consume contenido coreano son: México y Costa Rica, les siguen Perú y Paraguay, y, en donde menos, es Chile, Panamá, Ecuador y Venezuela. Es importante mencionar que todos sus programas se doblan al español, y que estamos hablando más que nada de su difusión por Internet.
En 2016, como parte de un acuerdo entre Telefe (Argentina) y Telemundo (EEUU), Argentina empieza a ver dramas coreanos: Mi Amor de las Estrellas y Escalera al Cielo. En Colombia entran en el 2003 con Todo sobre Eva. En el 2012, lo hacen a través de RCN Televisión, en el horario que tradicionalmente ocupaban las novelas mexicanas -sitio que éstas ya han ido recuperando.
Según Iadevito y Bavoleo, en su artículo en la revista Mundo Asia Pacífico, en el 2004 se emitieron 104 telenovelas coreanas en la región, repitiéndose varias de ellas. Para mediados del 2000, en varios países se crearon club de fans que superaron a los de existentes para las producciones locales, como lo fue el club del actor Ahn Jae Wook de Un Deseo en las Estrellas.
Características de los k-dramas: lo conciso y la falta de paja; el orgullo nacional
A diferencia de las telenovelas latinas, que, en general tienen un mínimo de 80 a 160 capítulos de una hora (45 minutos), las coreanas tienen entre 15 y 25 episodios y duran entre media y una hora. Son relatos románticos, dramáticos, a veces cómicos, con un tratamiento sutil que se contrapone al contenido producido por Argos, Telemundo, o las teleseries turcas como Çukur. Hay cero violencia a menos de que se trate de un thriller.
Dado lo cortas que son, no hay escenas irrelevantes (a diferencia de las últimas producciones de Televisa basadas en novelas turcas o las de las tres y media de la tarde), y las más buscadas son las novelas “rosas”. Éstas se caracterizan por ser: juveniles, románticas, sin sexo o violencia explícita, y de entre 15 a 20 capítulos de 1 hora. Sus personajes son gente con la que cualquiera se puede identificar, el final feliz no es obligatorio, son de una estética exquisita sobre todo en las escenas de amor (poco comunes, por cierto -otra gran diferencia-), y casi siempre suceden en paisajes increíbles.
Explotan las emociones, los sueños y los deseos. Y lo más impactante: ¿usted quiere comprar un K-drama? Pues vaya usted a la embajada de Corea en su país porque es con ellos la negociación. El gobierno coreano se enorgullece de sus telenovelas.
¿Qué es lo que más gusta de los k-dramas?: el punch coreano
Según un estudio hecho por Soledad Victoria Cruz (“Estudio recepción de novelas coreanas en el público mexicano de 18 a 30 años…”), lo que más gusta de los K-dramas en México es que son: educativas, tratan temas de fondo y no superficiales, se nota que hay una documentación previa al tema, los diálogos, el respeto a la mujer, la encarnación de ciudadanos ideales con valores, que viven en la comunidad (¿será que por eso Vencer el Desamor funcionó en México), y, sobre todo, el elemento de la música como parte integral no solo en la novela sino en la vida de los personajes.
Entre sus géneros más usuales están: el drama, lo histórico, series de abogados o médicos, el culinario, deportes, acción, música. En los dramas siempre hay un personaje torpe que puede ser el protagonista, con situaciones ridículas que, en un principio, causan risa, pero que terminan haciendo la historia más dramática. En los históricos hay personajes tanto de la nobleza como de la clase obrera. En las de acción hay artes marciales, tiroteos, intrigas, misterio, persecuciones de autos, y, por lo general, el protagonista o su pareja terminan muertos. Los de fantasía giran alrededor de viajes en el tiempo y suelen manejar situaciones o hechos sin sentidos. Casi en todos los géneros se usa música original interpretada por los artistas más reconocidos del momento. Después de todo, el K-pop debe su entrada al continente asiático y americano en gran parte al éxito de los K-dramas.
Algunos K-dramas son remakes de comedias románticas como El Príncipe del Café (2007), basada en una novela homónima de Lee Sun, o Mi Adorable Sam Soon (2005) en la novela homónima de Ji Soo Hyun en un cincuenta por ciento. Boys Over Flowers (Casi el Paraíso, 2009) está basada en la manga japonesa Hana Yori Dango (1992), misma que llevaba ya 4 adaptaciones anteriores. Además de recurrir a mangas japonesas, los coreanos tienen su equivalente, sus mangas son los “manhwas”.
La importancia de Internet y sus benditas redes sociales
Es muy fácil ver contenido coreano dada la corta duración de los K-dramas, la facilidad de tener acceso a ellos sobre todo vía YouTube y Facebook, así como por la existencia de otros proveedores clandestinos online (78% del contenido se ve en streaming), aunado al desarrollo tecnológico que caracteriza a Corea del Sur.
Parte de la identificación del público, de los fans, con los k-dramas tiene que ver con la comunidad en redes que conforman. Al ser la comunicación entre ellos online no importa de dónde provenga el fan porque ellos crean su propio universo, su propia identidad, su propia subcultura.
Nunca se me va a olvidar a nuestro director de cámaras en El Bienamado clavadísimo en un K-drama mientras cambiábamos de luces o de escenario, viéndolo todo en su iPad. Fue contagioso.
Según una investigación realizada por Dani Madrid-Morales y Bruno Lovric (“Transatlantic connection: K-pop and K-drama fandom in Spain and Latin America”), de la City University de Hong Kong, en el 2013, el 94.5% de la audiencia en español eran mujeres y solo el 5.4, hombres, y el promedio de edad era de 21 años. El grupo más grande correspondía al rango de edad de los 18 a los 25 años -nuestros millennials actuales. La mayoría eran solteros (93%), estudiantes (70.7%), viviendo con sus padres (90.6%), hispanos en un 74.4% y 14.4% caucásicos. México era el país con más fans (17.3%) seguido por Argentina y Venezuela (11.6%). Hoy casi el 91.3% de la audiencia buscan el contenido coreano en las redes.
El beneficio cultural: la conquista
Gracias a los K-dramas, y el logro absoluto de la estrategia Hallyu, la imagen de los coreanos en el mundo hace que sean percibidos como personas con altos valores morales, particularmente políticos y educados, bien vestidos, y, algo que se valora mucho de sus personajes es que, a diferencia de la cultura occidental, lo que importa es el romance más que el sexo. Subliman el amor platónico. Y si bien los latinos consideran que su cultura (nuestra) no es parecida a la coreana, sí son similares en algunas cosas.
Su público son sobre todo mujeres veinteañeras. También influye en su éxito la calidad estética que muestran, un punto que muchas producciones turcas cuidan, haciendo de esa estética parte del reflejo interno del estado de ánimo del protagonista y/o de la comunidad.
2018-2020: el despunte
Latin Media Corporation es el principal distribuidor de K-dramas en América Latina, así como de contenido proveniente de la India y Filipinas. En su canal en YouTube, Mundodrama, sus novelas alcanzaron el año pasado (2020) más de 130 millones de visitas, siendo los países que más acudieron a éste: Estados Unidos (30 millones), México (25 millones), Argentina (20 millones), Perú (20 millones), Ecuador (15 millones) y Chile (10 millones).
Considerando que el último gran éxito de Televisa (México), Te Doy La Vida (2020) tuvo en su final 5 millones de espectadores, que Princesas (Perú, 2020) tiene un promedio de 1 millón por episodio, Fuerza de Mujer (telenovela turca en Chile) entre 10 y 11 puntos de rating (aproximadamente 5 millones de personas), y un Estados Unidos cuyos picos de audiencias llegan a los once millones, es evidente la importancia y el impacto que tiene, en este caso, el contenido asiático en nuestro continente.
La audiencia se concentra en un 22% en el rango de edad de los 25 a los 34, 21% en el de 35-44, y 20% tanto en el de 18-24 como en el 45-54, dejando un 17% para el de 55-64 años (Produ).
Los remakes: el pan nuestro de cada día
En México, Mi Marido Tiene Familia (2017-2019), uno de los grandes éxitos de Juan Osorio, y la actual ¿Qué Le Pasa a Mi Familia? (2021) están basadas en telenovela coreanas; y en Estados Unidos, The Good Doctor que va ya en su 4ta temporada, también, siendo uno de los productores ejecutivos Daniel Dae Kim.
México y Estados Unidos no son los únicos en hacer remakes de contenido coreano. China, Filipinas, Indonesia, Rusia y Camboya tienen su propia versión de Escalera al Cielo (2003). Todo Sobre Eva (2000) tiene su versión filipina (2009) y china (2010). Los turcos hicieron un remake de Shining Inheritance (Sorpresas del Destino, 2009) llamado, No Sueltes Mi Mano, y otro de Mother (2018), Madre que es en este momento, en el 2021, uno de los grandes éxitos en España y un remake de un original japonés del mismo nombre escrito por Yuji Sakamoto.
Netflix: La presencia de los K-dramas
Esta es una lista parcial del contenido que podemos encontrar en Netflix:
This Is My Love (2015)
My Only Love Song (2017, para muchos, la mejor)
One Spring Night (2019)
Kingdom (2019, de zombies)
My First First Love (2019)
Abyss (2019, suspenso)
Amor y Matrimonio (2014)
Romance Is a Bonus Book (2019, parte del top 10 de muchos)
Love Alarm (2019)
Hello, my Twenties! (2016)
Stranger (2017, la más alejada del clásico drama romántico coreano, acción, asesinatos, investigación)
Man to Man (2017, de acción y espías)
El Día Después de la Ruptura (2016, versión coreana de Groundhog Day)
Something in the Rain (2018)
Oh, my Ghost (2015)
Beating Again (2015, amor, venganza y familia)
Crash Landing on You (2019 y dentro del Top Ten de Nielsen)
Chef and my Fridge (2017)
Boys over Flowers (2009)
Goblin (2016, top ten en Tailandia)
En el 2020, las más vistas, en orden descendiente, son:
Heart Signal
Extracurricular
Hi Bye
Mama
Itaewon Class
Crash Landing (2019)
Mystic Pop-Up Bar
Hospital Playlist
It Is Okay to Be Okay
Y, la número uno: The King: Eternal Monarch.
El último gran éxito fue The World of the Married que salió al aire en marzo del 2020 para terminar en mayo de ese mismo año (Infobae.com).
Conclusión: #KoreaMeToo
Les guste o no a los detractores de la telenovela, ésta sigue más viva que nunca, conquistando al mundo ya no solo como un género comercial sino como una de las principales armas para influenciar, poco a poco, e ir penetrando culturas ajenas en una lucha por el poder cultural sobre el mundo. Y sí, si platican usted con los fans de los K-dramas es muy probable que lo dicho por Soledad Victoria Cruz sea cierto: los coreanos son percibidos como un modelo a seguir tanto como ser humano o como ciudadano.
Lo que en su momento fueron la influencia de México y Argentina (los mariachis son los mariachis y el tango es el tango, ambos símbolos inequívocos del amor y la seducción), como ya también lo hemos visto en artículos anteriores, ahora lo son Turquía y Corea.
Hoy la India, Filipinas y Ucrania ya también están en la pelea por hacerse de un fragmento de dicho poder cultural que a su vez conlleva la obtención de un ingreso financiero nada despreciable.
Argentina hace sus esfuerzos por regresar, México… tan cerca del cielo y tan lejos de Dios… Perú es quien sí se defiende con su contenido local de una manera muy efectiva.
Por lo pronto, si cuando termine la pandemia del Covid-19 o si vive usted en la Ciudad de México y toma el metro, prepárese para disfrutar lo mejor del K-pop coreano en cualquier estación que tenga pantalla, así como en los metrobuses.
Tampoco olvidemos que, gran parte del predominio cultural tan aplastante, aunque cada vez menos, de los EEUU se debe a su predominio que estableció y sigue imponiendo a través de Hollywood y de sus series, un poder que cada vez está cambiando más de manos gracias a las plataformas digitales, sobre todo a Netflix, YouTube, Instagram y TikTok.
¿Es entonces la telenovela el quinto poder? Tal vez tirando a sí.
Muy inteligentes los coreanos, me agrada que este bien documentado. Muy buenos articulos. Gracias.