El legado de la actriz Inés Morales en las telenovelas mexicanas

ines morales quinceañera tia elvira

La noticia nos cayó por sorpresa. El pasado domingo 5 de diciembre de 2021, poco después del mediodía, los medios de comunicación nacionales e internacionales anunciaron el repentino fallecimiento de la actriz Inés Morales.

El poder de Valentín Pimstein

Conviene recordar, por un lado, que el género de la telenovela no estaba dado de antemano. Fue sobre la marcha que se fue creando y consolidando como un producto de extraordinario alcance internacional. En México la fórmula se hizo sobre la base del ensayo y error. El productor chileno Valentín Pimstein lo supo muy bien y por eso buscó, a lo largo de más cuatro décadas de trabajo, reunir a las actrices y los actores que mejor se acoplaran a las políticas de Telesistema Mexicano (después Televisa): tanto las mercantiles como las de representación.

La invención de la “telenovela rosa”, creada por Pimstein y compañía, dio en el clavo y dejó éxitos indiscutibles para la posteridad como Rosa Salvaje (1987) —la telenovela de mayor rating en la INRA— y Los Ricos También Lloran (cuya nueva versión prevista para 2022 sigue avanzando en preparativos), entre muchas otras. Este subgénero se trató de una confluencia de factores históricos, sociales y estéticos que encajaron a la perfección con el talento de numerosos artistas internacionales en todo tipo de roles. Valentín tenía consciencia de este aspecto y por eso nunca dejó de integrarlos a sus elencos.

Por otro lado, el exilio republicano español en México dejó una ola de artistas quienes terminaron por enriquecer el panorama artístico del país. En el ámbito de la producción televisiva destaca Luis de Llano Palmer, jefe de producción y programación en la época cuando todavía Emilio Azcárraga Vidaurrueta dirigía la empresa. En el escénico podemos nombrar a Ofelia Guilmáin, Germán Robles y Augusto Benedico (recurrente en varias telenovelas de Pimstein). La incorporación de actores de origen español a la televisión mexicana permitía la diversidad de estilos de actuación, talentos (y de acentos). También vino como anillo al dedo a las telenovelas teniendo en cuenta las pronunciadas brechas sociales narradas en el universo de sus historias. La huella colonial del sistema de castas el cual, pese a haberse establecido leyes contra la discriminación, todavía operaba en el imaginario del siglo XX.

La ola española

Bien es verdad que hubo actrices españolas que, en alternancia con una carrera cinematográfica, protagonizaron telenovelas de la mano de Ernesto Alonso, en especial María Rivas y Amparo Rivelles. Valentín en cambio prefirió mantener rostros de actrices mexicanas —Silvia Derbez, Verónica Castro, Lucía Méndez, Angélica Aragón, Thalía— en los protagónicos, a la vez que reservaba la presencia de las españolas para papeles secundarios pero importantes: Alicia Rodríguez, Manolita Saval, Aurora Molina.

Es en este contexto cuando Inés Morales, formada como meritoria en teatro, comienza su exitosa carrera en México. Todavía recuerdo, allá por 2008 cuando, siendo yo un adolescente, cometí la osadía de hablarle por teléfono ¡hasta Madrid! con tal hacerle una entrevista y escribir una pequeña biografía que, cómo me arrepiento, nunca terminé de hacer y escribir. Inés me contestó, “sí ¿diga?” Yo, nervioso, me presenté como estudiante universitario y le pedí permiso de hacerle unas preguntas. Ella aceptó. Recuerdo particularmente cuando me dijo haber nacido en Poitiers, Francia. Este dato es distinto al señalado en otros sitios en Internet, los cuales aseguran que nació en España. También recuerdo cuando me aclaró que en teatro estaban acostumbrados a memorizar ¡pero no a memorizar tanto! (Bendito apuntador…)

La conversación avanzó al momento donde Pimstein la invita a participar en Chispita (1982), ese lindo primer protagónico de Lucero en donde Inés interpreta a “Sandra/Pilar”, la novia de “Alejandro de la Mora” (Enrique Lizalde), una mujer que desprecia a los niños y para quien Isabel Cárdenas Valero “Chispita” supone, de alguna manera, una rival. Ahí Inés comenzó a anta-gonizar —del griego ἀνταγωνιστής (antagōnistḗs), formada de ἀντι (anti; opuesto, contrario) y ἀγωνιστής (agōnistḗs; luchador o contrario…)—. Desde entonces la presencia que Inés aportaba a sus personajes antagónicos en pantalla se quedó grabada en la memoria de millones de televidentes.

Villana de los ochenta

A Chispita le siguió, también contratada por Valentín, Amalia Batista (1983) y la recordada Vivir un poco (1985), otra telenovela notablemente exitosa la cual, inclusive, se mantuvo en el segundo lugar de la INRA durante el periodo de unos años (hoy ocupa, con 51.3 puntos de promedio, la posición número 12).  En Vivir un poco —refrito de la chilena La Madrastra (1981) escrita por Arturo Moya GrauInés interpretó el personaje de la ambiciosa “Lilia de Marcos”, quien durante toda la historia intriga en contra de la protagonista “Andrea Santos” (el personaje que consagró a Angélica Aragón como protagonista), y de la cual podríamos hacer recuento de sus frases lapidariamente hirientes.

Lo cierto es que en esa producción, como ha comentado Nuria Bages, coincidieron varios actores con vasta experiencia en teatro: Carlos Ancira, Beatriz Sheridan, Irma Lozano… aspecto que añadió tono y calidad al género. La telenovela, contra lo que han dicho por años sus detractores, ha abrevado del lenguaje de otros géneros. También ha devuelto a ellos referencias (en el cine existen guiños a algunos personajes, por ejemplo).

ines morales lilia vivir un poco

Las primeras telenovelas de Carla Estrada

Inés realizó una telenovela más con Valentín, Simplemente María en 1989 y, además, poco antes, trabajó con la productora recién iniciada Carla Estrada en la no tan exitosa La Pobre Señorita Limantour (1987) donde, según supe, interpretó a una enfermera odiosa. Pero es sin duda en la telenovela juvenil, adaptación de la película homónima de 1960, Quinceañera, donde más recordamos su actuación.

Es sabido que Estrada todavía no se consolidaba como productora estelar en 1987 pero, como suele suceder en las historias de éxito, es el trabajo en equipo y el talento reunido lo que, en las condiciones propicias, deja huella para la posteridad. En el personaje de la viuda Elvira Contreras de Iturralde, Inés pudo lucir su acento madrileño (rara vez lo ocultó en su paso por México) e interpretar maravillosamente escenas de intriga y confrontación gracias a un personaje cuidadosamente escrito por René Muñoz, Marcía del Río y Edmundo Báez, los adaptadores del argumento original de Jorge Durán Chávez. Quinceañera —telenovela y canción de Timbiriche— fue un hitazo porque respondía a las necesidades de una época y el personaje de Elvira se quedó en la memoria de una generación que creció y se identificó con las protagonistas (ligeramente mayores a los 15 años): Adela Noriega y Thalía.

La tía que todos odiamos

Elvira, la tía resentida de “Beatriz Villanueva” (Thalía) y madre dominante de “Sergio” (Fernando Ciangherotti), fue un personaje teatral injertado en un formato de televisión: con una historia trágica que vamos conociendo poco a poco —gracias al diálogo con otros personajes del elenco adulto—, con motivaciones profundas, un trazo escénico impecable y unos parlamentos con los cuales se ganó el odio de los otros personajes pero el reconocimiento del televidente gracias a la verosimilitud de su interpretación (merecida o inmerecidamente, Laura Zapata le ganó el premio a Mejor Villana en los Premios TvyNovelas 1988).

Su éxito, pues, no estriba en lo cuantitativo de un determinado número de protagónicos sino en la calidad de una interpretación. No es necesario protagonizar para dejar marca en la memoria de los televidentes. Los villanos, los personajes secundarios o de soporte suelen, en ocasiones, ser más recordados por el público (quien siempre tiene la última palabra).

Su última telenovela en México

En 1991 participó en su última telenovela en México, Milagro y Magia, producida por Florinda Meza y después regresa a Madrid para seguir trabajando en otros formatos televisivos entre los que sobresale su participación en la serie Aquí No Hay Quien Viva y, muy especialmente, en otras artes escénicas como la danza, naturalmente el teatro clásico y el Taichi (del cual era instructora certificada). El mundo del espectáculo y los amantes de las telenovelas estamos de luto ante la partida de Inés porque, aunque no tuvimos la suerte de verla de regreso en México, en su recorrido telenovelero nos regaló personajes inolvidables que, con su ironía teatral y léxico español, vistiendo atuendos elegantes con guantes negros de piel y sombreros amplios, le hicieron la vida difícil a las protagónicas de toda una generación: Lucero, Adela Noriega, Thalía…  Inés, buena suerte, gracias por tanto y ¡hasta siempre, tía!

 

 

1 Comentario

  1. Ángel Adm dice:

    Muy interesante anécdota y mencionar más sobre Inés Morales, la icónica antagónica de los 80’s, especialmente, Elvira.

    Sin embargo, hay observaciones.

    Pimstein no dejó solamente a mexicanas protagonizar, tenemos a las españolas María Rivas hacer dos de sus telenovelas, «Rosario» y «La Gata», Amparo Rivelles con «Anita de Montemar», Irán Eory en «Encrucijada», «Doménica Montero» y «El Amor Tiene Cara de Mujer», además, Alicia Rodríguez, se puede decir que fue villagonista de «Angelitos Negros».

    Ernesto Alonso no sólo mantuvo a María Rivas y Rivelles entre las principales, también a mexicanas como Maricruz Olivier, Julissa, Lorena y Tere Velázquez, además de Jacqueline Andere. Y si en algo se distinguió Alonso fue en explorar más géneros y riesgos que Pimstein.

    De ahí en fuera, interesante artículo.

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