El Último Rey. Crítica final

La vida íntima de los Fernández
Treinta capítulos divididos en dos “temporadas” fue la duración de la bioserie de Vicente Fernández que Juan Osorio produjo para Televisa. Anunciada al poco tiempo de la muerte del cantante, El Último Rey se basó en el libro biográfico no autorizado escrito por la periodista Olga Wornat. Los guiones del proyecto corrieron a cargo de Pablo Ferrer García-Travesí y Santiago Pineda. La dirección fue de Eric Morales y Alan Coton.
A lo largo de la serie vimos a Vicente en diferentes etapas de su vida. De niño fue interpretado por Moisés Habib, después por Eduardo Barajas y Pablo Montero y ya en sus últimos años por Salvador Sánchez.
La bioserie se concentró en los escándalos de la familia Fernández y en los diversos amoríos que El Charro de Huentitán tuvo durante su vida.
(Spoilers) En el capítulo final vimos la despedida de Vicente (Pablo Montero, Salvador Sánchez) en diferentes planos que fueron contados en paralelo. Al mismo tiempo que Vicente-Pablo preparaba la gira del adiós, Vicente-Salvador decía adiós a sus seres queridos desde su cama de hospital. En la recta final vimos el preámbulo al cierre de su gira en el Estadio Azteca (donde Pablo Montero no estuvo presente), un tributo de sus seguidores en el kiosco de un pueblo, y su entierro en el rancho. La última escena es cuando Vicente se reúne con su madre Paula (Alejandra Ambrosi) en el más allá.
El lado morboso de un ídolo
No siempre el morbo vende y eso quedó demostrado en los niveles de audiencia de El Último Rey. La historia que nos presentaron estuvo llena de saltos en el tiempo, fuertes conflictos familiares, y anécdotas que “quemaron” a la familia Fernández.
El asunto del secuestro de Vicente Jr. se apoderó de gran parte de la trama, no solo el evento sino también sus tristes consecuencias. El otro asunto que llenó el tiempo de El Último Rey fueron las aventuras amorosas del cantante, literalmente nos dieron a entender que se la pasaba “una tras otra”. Quien estuvo al lado del astro en las buenas y en las malas fue su esposa Cuquita quien bien pudo haber sido objeto de una telenovela llamada Refugio de Lágrimas.
En este proyecto se perdió la oportunidad de mostrar a fondo la creación de una estrella. Aunque presentaron sus encuentros con artistas como Lucha Villa, Juan Gabriel, José Alfredo Jiménez, Federico Méndez y Felipe Arriaga, vimos poco de la génesis de La Ley del Monte, El Rey o Volver Volver. Vimos poco de su paso por el cine. Vimos poco de los numerosos premios internacionales que ganó. En pocas palabras, en lugar de mostrar de una manera aspiracional su jornada al éxito, nos recetaron una sarta de tragedias.
Lo bueno
El Último Rey significó un giro de 180 grados para sus escritores y para el estilo de producción de Osorio. Destacamos la fotografía, la ambientación y la ejecución técnica del proyecto.
Bien por Eduardo Barajas, Pablo Montero, Iván Arana, Iliana Fox, Angélica Aragón y Vince Miranda.
Las intervenciones musicales tuvieron un buen nivel y nos transportaron a la era dorada cuando Fernández era verdaderamente “El Rey”.
Lo malo
Emilio Osorio no estuvo a la altura del proyecto. En ninguno de los dos papeles que interpretó —Alejandro Fernández y su hijo Alex– pudo convencernos con sus actuaciones. Ni por más que fingiera la voz pudo hacernos olvidar que estuvo ahí por ser el hijo del productor.
Otros que también tuvieron intervenciones cuestionables fueron Jesús Moré y Salvador Sánchez. El primero hasta resultó grotesco en su maquiavélica interpretación de Gerardo Fernández. El segundo no parecía Vicente Fernández, simplemente lo vimos como Salvador Sánchez en un papel más.
Finalmente, por el enfoque hacia el escándalo y por algunas escenas subidas de tono, El Último Rey pareció más una reseña de una revista amarillista que un homenaje.
Calificación final: 6
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